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Qué es el apego y sus principales consecuencias

 

Podríamos definir el apego como un vínculo que se crea entre dos personas.

Esta unión se crea en los primeros meses de vida con la figura del cuidador principal de ese bebé, y hace que el tipo de relación que creamos (patrón de apego) nos vaya guiando en las siguientes relaciones con implicación emocional que establecemos.

 

El apego, nuestro estilo de apego, engloba la manera en la que forjamos y cuidamos nuestras relaciones.

 

El apego identifica la manera en la que nos relacionamos con nuestros seres queridos o en la que incluimos a alguien en nuestro círculo de confianza.

 

Está muy relacionado con nuestra tendencia a dar o a aceptar lo que los demás nos ofrecen. También con nuestra tendencia a la sospecha o a protegernos en el ámbito social.

 

El psicoanalista Jonh Bowlby se dedicó al estudio del apego y estableció que el proceso comienza muy poco después del nacimiento, pero que no es hasta los 8 meses aproximadamente cuando podemos considerar que se crea el primer vínculo de apego entre el bebé y su cuidador principal.

 

Más adelante la psicóloga Mary Ainsworth identificó y clasificó el apego en tres tipos:

 

Apego seguro:

El niño se siente cómodo en la relación, sabe que si llora sus padres acudirán, puede explorar el entorno sabiendo que tiene una base de seguridad a la que volver, si siente ansiedad buscará la figura de apego.

 

Apego inseguro evitativo:

El bebé ha aprendido que el poder que tiene para producir reacciones en las personas que le rodean es muy limitado. De esta manera, lo más común es que no sea demasiado expresivo.

 

Apego inseguro ambivalente-resistente:

El niño ha tenido episodios de lloro en el que se le ha consolado y otros en el que no. No tiene claro su estereotipo de figura de apego, a veces sí a veces no, lo que le crea incertidumbre a la hora de enfrentarse al mundo.

 

Siente que tiene poder para producir efecto en los demás, pero también “entiende” que ese efecto es impredecible.

 

“Consideramos esencial para la salud mental que el bebé y el niño pequeño experimenten una relación cálida, íntima y continuada con el cuidador principal en la que hallen satisfacción y goce” J. Bowlby-

 

 

¿Podremos cambiar el patrón de apego?

Una vez establecidos los vínculos, como hemos dicho anteriormente, salvo otro aprendizaje intentaremos reproducir este patrón.

 

El apego primario es muy importante, por ello se trabaja para que en la medida de lo posible se creen unos vínculos seguros y se promueva con ello el buen desarrollo, tanto físico como socio-emocional del bebé.

 

Hay casos en los que el apego no se ha desarrollado en la línea adecuada y tendrá que ser en el futuro, con las primeras relaciones con los iguales, en la Escuela o con las primeras parejas, cuando se cambie la imagen que tenemos de relación y de unión y se pueda crear un nuevo modelo.

 

Por ello, sí es posible cambiar el tipo de apego.

Para hacerlo necesitaremos involucrarnos en nuevas relaciones que nos demuestren que el vínculo, la confianza o la relación con el otro es distinta a lo que esperábamos o anticipábamos.

 

Importancia del apego a lo largo de la vida

 

Interiorizar un patrón de apego que refuerce nuestras relaciones y nos dé seguridad nos ayudará a establecer relaciones en las que nos sintamos seguros.

 

Personas cercanas a las que nos podremos abrir, con las que generaremos confianza y podrán ayudarnos a un nivel más profundo, porque nuestra comunicación también lo será.

 

Es importante este primer modelo porque si no es positivo, después cambiarlo es una tarea complicada.

 

De hecho, si queremos ayudar a que el patrón de apego de alguien vamos a tener que armarnos de paciencia y si queremos cambiar el nuestro de voluntad, además de dedicar tiempo y recursos a adquirir herramientas que nos ayuden.

 

Los padres o cuidadores principales tienen la responsabilidad de crear estos vínculos primarios y en la medida de lo posible crear este modelo descrito de apego seguro.

Pero luego somos cada uno de nosotros los responsables de las relaciones que establecemos, del análisis que hacemos de ellas y de dirigir los cambios que queramos que se produzcan.

 

Cambios que siempre son posibles, por difíciles que parezcan en un principio.

 

 

Todos tenemos un estilo de relacionarnos y ese estilo varía en función del nivel de confianza en el que situemos a esas personas con las que interactuamos. Este estilo está muy relacionada con el apego.

 

En nuestra infancia, todos contamos con una serie de modelos que nos enseñaron, en parte, qué pueden esperar los demás de nosotros y qué podemos esperar de los demás.

 

Una enseñanza que suele dejar huella, influyendo de manera significativa en nuestra manera de “apegarnos” a los demás.

 

  • ¿Necesitas la aprobación de los demás para entender que has hecho algo bueno?
  • Necesitas muestras de afecto de aquellos que te quieren para sentirte seguro en la relación?
  • ¿Te sientes de alguna forma abandonado cada vez que tu pareja sale con sus amigos o pide tiempo para estar solo?
  • ¿Crees que sufres por celos en tu relación?
  • ¿Te cuesta abrirte a nuevas personas o salir de tu espacio de rutina?

 

Detrás de todas estas preguntas está la importancia del apego.

 

 

¿Cómo se refleja la importancia del apego en el adulto?

 

Aquellos dichosos que hayan creado buenas relaciones de apego con sus figuras de referencia, contando con buenos modelos además en el campo de la interacción social, tienden a mostrar esta misma habilidad en la etapa adulta.

 

No entregan su confianza en un primer contacto, pero la depositan con alegría en aquellas personas que se la ganan.

 

Son capaces de hacer planes, de apostar con ellos y además entienden que hay momentos en los que la escala de prioridades de los demás varía y tienen que dedicar su atención a otras personas o actividades que no son ellos.

Disfrutan del contacto, pero no viven la falta del mismo con ansiedad.

 

La importancia del apego es grande en la infancia, y como hemos visto, también puede serlo más allá de sus fronteras.

 

Sin embargo, esto no quiere decir que estemos condenados a repetir una y otra vez la misma forma de “apegarnos”.

 

No haber contado con buenos modelos o no haber establecido relaciones en base a patrones de confianza no significa que no podríamos aprender más tarde (y al revés).

 

En este sentido, con cada relación que mantenemos o generamos tenemos una nueva oportunidad para actualizar nuestro estilo de apego, un hecho esperanzador teniendo en cuenta que el apego es básico en nuestra forma de amar y sentirnos amados.

 

Un abrazo
Ga ?

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